martes, 15 de noviembre de 2016

Otra triste despedida: Antonio Ballesteros


Es desolador. De nuevo vuelvo del tanatorio de dar un pésame. Ha muerto esta mañana Antonio Ballesteros Moreno, médico anestesista, pero, sobre todo, amigo de la juventud y esposo de mi amiga Mari Carmen Navarro. Antonio llevaba más de un año apartado de su trabajo y de la vida social tras sufrir una encefalitis mientras estaba de viaje de vacaciones el año pasado. Estuvieron haciéndole pruebas y en octubre empezaron a darle quimioterapia, pues le encontraron un tumor cerebral, uno bien complicado imposible de operar. Ya había padecido dos anginas de pecho y era diabético, pero eso no le había impedido vivir con cierta normalidad. Ni la quimio ni la radioterapia han podido con su mal. En julio les eché de menos en una cita, hasta entonces ineludible, la Feria del Teatro en el Sur, siempre frecuentada por el amor a la literatura y al teatro de Mari Carmen.


A Antonio le conocí de joven, con otros amigos. Estuvimos un tiempo en la misma pandilla. En ella estaba también Mari Carmen. Recuerdo una fiesta en el piso de un profesor de los Salesianos, donde salieron varias parejas. Solo ellos continuaron con algo serio. De aquella época eran amistades como Curro Barro o Pepe "Ramillo" (con quienes hemos coincidido en el tanatorio). Antonio estudió medicina y trabajó en la carpintería de su padre para pagarse los estudios. Nos veíamos muchas veces por Córdoba, cuando salía de paseo con Mari Carmen. Uno de sus primeros trabajos fue con un contrato de seis meses en el Ayuntamiento de Palma del Río, cuando yo llevaba el área de Servicios Sociales (1987-1991). Prosiguió luego su carrera, siendo uno de los más fervorosos defensores del Servicio de Cirugía Mayor Ambulatoria que se instaló en el Centro de Salud de Palma, al que acudía como anestesista, además de tener su plaza en el Hospital de Osuna. Recientemente le homenajearon por ello, merecidamente.


Antonio y Mari Carmen tienen dos hijas (Almudena y Carmen). Han demostrado ser unos padres estupendos. Y ellas le han correspondido con los cuidados que podían ofrecer. Mari Carmen, profesora del Colegio Salesiano, pidió una excedencia para cuidar a su marido, sacrificando parte de su carrera. La evolución de la enfermedad le ha tenido atareada, pues Antonio iba perdiendo facultades poco a poco, no pudiendo valerse por sí mismo en los últimos meses. Tantos desvelos han tenido triste final esta mañana. 


Es terrible que una persona que se ha dedicado a procurar la salud de los demás vea cómo la suya va decayendo poco a poco, sin poder hacer nada para remediarlo. Y también que quienes tiene a su alrededor sientan la impotencia de no poder impedir el desenlace, perdiendo a la persona que quieres anulándose hasta su personalidad. Es mucho el sufrimiento de Mari Carmen y su familia. Antonio era grande en estatura y en personalidad, grande en sentimientos y cariño. Y una persona querida por muchos, que hemos sentido dolor por su enfermedad y por su fallecimiento. Una pérdida enorme, como su anatomía, como su bonachona y perenne sonrisa. Afortunadamente su familia recoge lo bueno que tenía y eso nos impedirá olvidarle. Seguro que su amada Mari Carmen algún día recobrará su afición y pasión por las letras (relegadas en este triste tiempo) y nos endulzará la vida con sus recuerdos. ¡Un abrazo, amigo!


2 comentarios:

Mari Carmen Navarro Ruiz dijo...

Hoy, por fin, he sido capaz de venir aquí y leer, con el detenimiento que merece, tu emotiva entrada dedicada a Antonio. Lo echo muchísimo de menos y todo resulta muy triste tras su marcha. No puedo asumir sin dolor que no vaya a volver a entrar por las puertas de nuestra casa, no vaya a escuchar su voz llamándome o no me acoja en un abrazo enorme entre sus enormes brazos. Duele vivir. La vida duele a veces.
Quiero agradecerte el cariño y la ternura de tus palabras, así como el afecto que siempre nos profesaste a los dos. También él tenía de ti el concepto de que eres un hombre bueno. Necesitaba que lo supieras.
Hay que seguir adelante. Tengo que dar muestra de entereza a mis hijas, que son las suyas y a las que me encomendó cuidarlas con el mismo esmero y amor que lo cuidé a él hasta el final. Espero que no se olvide de ayudarme y protegerme en este tramo tortuoso del sendero que me ha tocado transitar sin él.
Muchos besos, amigo.
Feliz Navidad.

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Sé en parte de la estima que me tenía Antonio. Una estima mutua. Tuvimos muchas conversaciones de todo tipo, y me caía bien, muy bien. Aprecio además su labor como profesional, como mucha gente la apreciaba. Era imposible no dedicarle unas palabras de recuerdo. La vida es dura, pero hay que seguir adelante, pues aunque veamos el futuro todo negro, como te dije una vez, al montarnos en el tren de Córdoba hacia Palma, siempre hay una salida. Seguro que tú la vas a lograr, gracias a esa magnífica familia que tienes, y a los amigos, que tanto te apreciamos y estaremos allí para echar una mano, por muy modesta que sea.

La primera navidad que pasamos, cuando falta un ser querido, es más difícil, pero también es la que nos hace estrechar más nuestros lazos con los seres queridos. Esto último te deseo y espero. Con tu fuerza y el cariño de la familia se hará más llevadera. El futuro es un inmenso prado que llenar de flores más adelante.

Muchos besos. Te deseo lo mejor.