jueves, 27 de octubre de 2016

Rafael Sarazá y mi familia materna


Ayer falleció el abogado cordobés Rafael Sarazá. Un abogado de prestigio, que se ganó el cariño de los represaliados políticos y sindicales durante el Franquismo, por defenderles en numerosas causas. Fue concejal en el ayuntamiento de Córdoba desde 1979 a 1981 por el Partido Comunista y luego miembro del Consejo General del Poder Judicial, a propuesta de IU, desde 1994 a 1998. Además casi toda su vida se dedicó al Derecho Penal y la defensa de los derechos humanos, compartiendo bufete con otro histórico luchador comunista, y abogado laboralista, Filomeno Aparacio. Sarazá fue uno de los fundadores del Círculo Cultural Juan XXIII, una institución cultural cordobesa, fundada por intelectuales católicos, que representó un papel fundamental en los últimos años del Franquismo y primeros de la Transición, dando acogida y voz a los nuevos movimientos políticos y sus miembros. 


Pero, además del pésame por la pérdida de este hombre, un motivo más me mueve a escribir. Ayer, en la edición digital de Diario Córdoba, al dar la noticia, se ilustraba con una foto, donde Rafael Sarazá posaba micrófono en mano pronunciando unas palabras. Foto que me he permitido incluir en esta entrada. Esa imagen pertenece a uno de los muchos actos en que participó en los últimos años de su vida. Concretamente es de uno de los tradicionales "peroles" (como se dice en Córdoba a la celebración, principalmente con un arroz, de una fiesta campestre con familia y amigos) que se organizan en el Barrio de la Fuensanta, donde vivía Sarazá, cada 12 de octubre. Lo sé porque, al ver la foto me llevé una sorpresa: los que se ven al fondo de la imagen son familiares míos. Concretamente mi tía Ascensión, hermana de mi madre, su marido, mi tío Mariano, y, a su lado, mi primo Antonio (hijo de mi tío Curro) y Toñi, su mujer.


El tío Mariano trabajaba en el mantenimiento de las carreteras, por eso vivieron varios años en una casa de peones camineros en la barriada de Los Mochos, en Almodóvar del Río. Luego se fueron a Córdoba. Mi tía Ascensión vivía en la zona conocida como "el santuario", en La Fuensanta. Y más de un año nos invitaron a ese arroz que ellos organizaban con los vecinos, como otros que también preparan el suyo bajo las carpas que instala el ayuntamiento en el solar que hay junto a sus viviendas. Una hija de ellos, Sensi, también vive en el mismo bloque y nos ha llamado varias veces para compartir la comida con ellos y otros familiares y amigos del barrio. En 2013 estuvimos allí y nos hicimos unas fotos en el mismo lugar donde se registró la imagen que publicaba el Diario Córdoba. Entonces Rafael Sarazá nos dedicó también unas palabras, ya que estuvo muy volcado con el movimiento ciudadano y las asociaciones de vecinos, como la que organizaba el acto y la celebración.


Mis tíos Ascensión y Mariano, y sus hijas, estuvieron muy pendientes de mi madre en sus últimos años de vida. Algo normal,  ya que otros hermanos de mi madre ya habían fallecido, y la otra hermana, Belén, vive en Fuenlabrada (Madrid). Por eso les tengo un especial cariño. Ambos fallecieron no hace mucho. Ascensión murió en noviembre de 2014, y Mariano, no mucho tiempo después, algo no infrecuente en los matrimonios que han compartido muchos años juntos. Fue en el funeral de mi tío Mariano, en la iglesia de la Fuensanta, donde por última vez vi a Rafael Sarazá, que como católico y buen vecino, acudió al sepelio de mi tío también. Ya se le veía muy mayor y débil. Como buenos vecinos compartieron muchas vivencias en el barrio. Y hoy me ha servido la noticia para dedicarle un cariñoso recuerdo a estos mis familiares.

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