sábado, 9 de julio de 2016

XXXIII Feria del Teatro: Danzad malditos, de la compañía Malditos, y El legado, de Axioma


Ayer la trigésimotercera edición de la Feria del Teatro en el Sur, de Palma del Río echó el telón. Como era viernes y hoy podíamos descansar algo, liberados de las tareas laborales (y sus madrugones) nos atrevimos a ir a dos espectáculos. 


Axioma, unos veteranos de la Feria, desde que estuvieran por primera vez en 1984, con "Dame veneno", nos trajo en la Sala Reina Victoria la tercera parte de la trilogía que empezaron con "Azul, bleu, blue" y continuaron con "El compromiso", la obra "El legado". Un montaje de títeres lleno de sentimiento, ternura y un poso de amargura, creado por Carlos Góngora, con la actuación de Gloria Zapata y Paco Nicasio. Como en otras obras, la máquinas, los artilugios mecánicos son protagonistas esenciales, donde las marionetas van mostrando las diferentes escenas. La poesía y la música completan la narración, llena de tristeza. Atrás quedaron los grandes montajes que tanta expectación han creado en Palma. Lo minimalista, a pesar de los artilugios, triunfa con esta obra.


Antes, en el Teatro Coliseo, la compañía Malditos representó "Danzad, malditos", premiada con el Premio Max Revelación este año. Una obra de teatro y danza (tal vez, por eso, bajó el número de espectadores) que nos presentaba una versión de la película de Sydney Pollack, "Danzad, danzad, malditos" (como se le llamó en España, pues su título original es "Ellos disparan a los caballos, ¿No?", basada en una novela de Horace McCoy). A ello hacen referencia en el transcurso de la narración, que lleva a cabo un jinete, con fusta y uniforme de esgrima, más cercano a un "amo" sado-masoquista, que a un director del concurso de baile. Pues de eso se trata, de un concurso de baile donde compiten por el dinero del premio, desesperados personajes, que, muchas veces, más que bailar, convulsionan con movimientos espasmódicos. 


El responsable de concurso nos dice que "somos más de Darwin que de Dios", toda una declaración de principios, no solo de la mecánica del baile, sino de la sociedad en que vivimos, donde estamos dispuestos a pisotear (hasta literalmente) a nuestro competidor, incluso llegando a matar si es necesario para ocupar su lugar. Deben sobrevivir los más fuertes, se nos inculca desde pequeños, ensalzando como un valor la competitividad. Aunque en la obra, como en la película, se homenajee a los perdedores, verdaderos protagonistas, que son eliminados por obra y gracia de quienes mandan. 

Nos indican que el desarrollo del concurso (y la obra) no tiene un plan prefijado, que los actores tienen que conocer todo el desenvolvimiento de la obra, pues nadie sabe quién va a ser eliminado ni quién va a ganar. Incluso eligen a alguien del público para que sea quien dicte el veredicto final. 


Una apuesta novedosa y bien trabajada. El esfuerzo de los actores y actrices es titánico, pues bailan, corren, hacen numerosos ejercicios, a pesar de que algunos no presenten cuerpos trabajados para el deporte o más propios de bailarines o bailarinas. La belleza del espectáculo no sale mancillada, a pesar de emplear de su dureza, y un pavimento de arena que termina cubriendo los físicos sudorosos de los danzantes (toda una metáfora del sufrimiento de la competición). Buena iluminación y buen sonido, lo que permite disfrutar de la actuación de una cantante, que está sublime. En fin, magnífico espectáculo que, pese a las celebraciones de la pareja triunfadora, deja el poso amargo, como pretenden, tras el sufrimiento y la postración de los perdedores. Una manera estéticamente impecable de presentarnos esta selva en la que vivimos, a pesar de nuestras ínfulas de civilización.

Como apunte final, quiero recordar a dos personas. Dos amigos a los que, año tras año, siempre he visto en el desarrollo de la Feria del Teatro, y a los que he echado de menos: Mari Carmen Navarro y Antonio Ballesteros. Mari Carmen, profesora, poeta y dramaturga, lleva tiempo apartada, al cuidado de Antonio, tras caer enfermo. Puede que haya asistido a alguna obra, pero no les he visto. Ojalá Antonio se recupere, y pronto. Así también recuperaremos en persona a esta buena amiga, tan sensible, cariñosa y amante de la literatura y el teatro. 

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