jueves, 3 de marzo de 2016

Inventos: el ventilador de la sopa


Hay una cosa que me desagrada mucho a la hora de comer: que la comida esté demasiado caliente. No puedo. Si me quemo la lengua o el cielo de la boca me pongo de los nervios y soy capaz de tirar el plato por la ventana. Lo mismo me pasa con las bebidas calientes, como el té o el café. Las dejo reposar un tiempo para que se enfríen algo y pueda llevármelas a la boca. Puede que éste sea uno de los motivos por los que los guisos me los sirvo sin caldo (así se enfrían antes). Y por los que no tomo sopa, además de que no me guste encontrarme "tropezones" en un líquido, que prefiero beber, sin tener que masticar obstáculos flotantes. Así que el invento que vemos en la foto me parece estupendo. Incorporando un ventilador en la cuchara, podremos enfriar su contenido, antes de introducirlo en nuestro organismo. Puede que sea algo incómodo, pero si mi madre lo hubiese usado conmigo, no me habría afiliado al "club de Mafalda". Sin embargo, parece que no tuvo éxito la idea y no se ha comercializado. Seguro que más de un comensal se afeitó el bigote, de forma traumática con las aspas del cacharro. Da igual, ya es tarde para que un tipo con cierta edad, como yo, se vaya a aficionar a este tipo de caldos, por muy útil que sea el invento. Para "caldos", prefiero el tinto, ya sea de Rioja, del Penedés, navarro o Ribera del Duero. Que esos no hay que enfriarlos.

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