martes, 10 de noviembre de 2015

Dos personajes de la historia de la izquierda nos dejan hoy


Hoy es día de obituario. Dos fallecimientos destacan: el de André Glucksmann y el de Helmut Schmidt. El primero intelectual francés encuadrable en el movimiento conocido como Nueva Filosofía, o de los Nuevos Filósofos. El segundo antiguo canciller de la República Federal de Alemania por el Partido Socialdemócrata.

Glucksmann fue primero maoísta, cuando los jóvenes franceses buscaban la playa bajo los adoquines en los acontecimientos de Mayo de 1968. Luego, desilusionado con el fracaso de la extrema izquierda en aquellos días "revolucionarios" en los que la clase obrera quedó relegada por los intelectuales que lideraban a los estudiantes dispuestos a hacer de Francia la vanguardia de la izquierda (Herbert Marcuse,  Louis Althusser...), publicó furibundas críticas al marxismo-leninismo antes profesado, condenando el totalitarismo comunista. Otros intelectuales (Bernard-Henri Lévy, Alain Finkielkraut...) se unieron a esa crítica, derivando su apoyo a posiciones de derecha, gracias al éxito de ventas de sus escritos, que pasaron a ser doctrina casi obligada del neo-liberalismo, no solo en Francia, sino también en otros países, como España, donde admiradores del Mayo francés del 68 (críticos con el revisionismo o reformismo, considerado traidor, del comunismo oficial, por blandos) pasaron a convertirse en "intelectuales orgánicos" de la derecha. Su crítica del totalitarismo comunista (compartida por otros nuevos filósofos) era sin duda justa, pero el apoyo al conservadurismo no evidencia sino un puro oportunismo comercial, como el que han demostrado los principales componentes de esa llamada nueva filosofía, que, en realidad, no dejó de ser sino una forma de vender libros fuese a quien fuese.


Helmut Schmidt destacó en los años setenta y principios de los ochenta. Fue ministro con Willy Brandt, al que sucedió en la presidencia del gobierno alemán occidental, tras la dimisión de éste por el escándalo de espionaje un consejero personal. Consiguió avances en el movimiento europeo, como la creación del Fondo de Desarrollo Regional, el impulso de un sistema monetario o la primera elección del Parlamento por sufragio universal en 1979. En el campo interno se distinguió por su pragmatismo, desarrollando una política económica expansionista en momentos de crisis (keynesiana), y por su firmeza contra el terrorismo, del que sufrió varios episodios protagonizados por grupos palestinos y por el interior de la RAF (Fracción del Ejército Rojo), conocida como "Banda Baader-Meinhof", por sus líderes Andreas Baader y Ulrike Meinhof, muertos en 1977 y 1976 por suicidio en sus celdas tras ser encarcelados. Algo que provocó que se acusase al gobierno de "ejecución extrajudicial". Una mancha en la biografía del canciller alemán, pero que le convirtió en símbolo de la firmeza antiterrorista al no ceder ante ninguna de las pretensiones de estos delincuentes. Perdió el gobierno cuando los liberales apoyaron a los democristianos de Helmut Kohl en 1982, retirándose de la primera línea de la política.

Dos personajes importantes del siglo pasado, que, tal vez, muchos no recuerden o conozcan, pero que hay que destacar cuando nos han dejado, pues su vida y obra representa buena parte del devenir histórico de nuestro mundo.

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