miércoles, 16 de abril de 2014

Ocho apellidos vascos, o cómo reírnos de nosotros mismos


"Rafa (Dani Rovira) es un joven señorito andaluz que no ha tenido que salir jamás de su Sevilla natal para conseguir lo único que le importa en la vida: el fino, la gomina, el Betis y las mujeres. Todo cambia cuando conoce a la primera mujer que se resiste a sus encantos: Amaia (Clara Lago), una chica vasca. Decidido a conquistarla, se traslada a un pueblo de "las Vascongadas", donde se hace pasar por vasco para conseguir que le haga caso. Adopta el nombre de Antxon, seguido de varios apellidos vascos: Arguiñano, Igartiburu, Erentxun, Gabilondo, Urdangarín, Otegi, Zubizarreta y… Clemente". (FILMAFFINITY)

"Ocho apellidos vascos" es la película de moda. Hace semanas intentamos verla en el cine, pero nos volvimos por no poder esperar las largas colas en la taquilla. La semana pasada sí pudimos disfrutar de esta cinta. Y comprobar que gustó a la mayoría del público que nos acompañó en la sala (una de las tres donde se proyectaba en ese cine). Aunque discrepe de la descripción que he copiado al principio, pues el tal Rafa no es un señorito, sino un pijo sevillano de esos que se creen "lo más de lo más", porque adoptan una indumentaria supuestamente de adinerados, aunque no tenga donde caerse muerto (el señorito sí tiene "posibles"), la sinopsis de la película es correcta. El viaje al País Vasco del sevillano provoca una serie de equívocos, donde los tópicos del ser "andaluz" y el ser "vasco" se enredan y confunden, provocando situaciones hilarantes

¿Por qué ese triunfo en taquilla del filme de Emilio Martínez-Lázaro? Tal vez sea porque, aunque no es una película como para ganar un Goya, ni un Oscar, ni tiene una calidad que asombre, sí es un repertorio de argumentos, gags y situaciones que llegan a la gente. La crítica y la auto-crítica que se plasma sobre esos tópicos vascos y andaluces, se maneja con habilidad y sencillez. La interpretación es convincente. Y, para mí, tiene, además el valor de hincar el diente a temas antes vedados, por ser peligroso tratarlos con humor, como el caso de la violencia política. Que un sevillano se convierta, sin quererlo, en "líder andaluz de la kale borroka", al grito de "¡Viva Euskadi, manque pierda", además de cómico es una prueba de algunas cosas han cambiado en este país. Tanto como para hacer chistes. 

Yo ya estaba acostumbrado al sentido del humor de los vascos, gracias al programa de EITB "Vaya semanita", donde la descripción de "lo vasco" sirve para reírse de ellos mismos, además de tratar la situación política con humor y sin censuras. Esto, creo, se refleja también en esta película, donde los dardos, por cierto, se disparan hacia los dos lados. Seguro que muchos han descubierto que de cualquier cosa se puede hacer humor, sin herir sensibilidades. Un película que apunta a ser de las más taquilleras del cine español. Sin duda, recomendable.

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