viernes, 2 de noviembre de 2012

La foto del viernes: la tragedia del Madrid Arena


Esta semana ha sido trágica, en varios aspectos. El huracán de Estados Unidos que se ha cobrado allí hasta ahora 100 vidas. Y que además ha afectado a la República Dominicana, Haití, Jamaica, Cuba, Bahamas, Bermudas (70 muertos en total en la zona caribeña) y a Canadá (2 fallecidos). El huracán Sandy. Una catastrófica situación. 

En España también hemos tendido en semanas pasadas fenómenos meteorológicos que han causado algún fallecimiento y destrozos, aunque en menor medida. Lo que sí nos tiene conmocionados recientemente es la muerte de 3 jóvenes en una macrofiesta de Halloween, en Madrid. En el Madrid Arena, una instalación municipal, alquilada para la ocasión. Una tragedia que está sacudiendo a las instituciones madrileñas, pues no hay nada claro hasta el momento. ¿Fueron suficientes las medidas de seguridad? ¿Se respetó el aforo? ¿Se permitió la entrada a menores? ¿Tenía alguna relación el vice-alcalde con el promotor de la fiesta?  ¿Cumplía los requisitos que recoge la ley de contratos el promotor? ¿Dedicó el ayuntamiento los policías suficientes para garantizar la seguridad? Es sorprendente el cúmulo de interrogantes que están surgiendo. 

Solo apunto una cuestión, sobre todo tras mi experiencia como gestor municipal durante 28 años: el problema de las licencias. Las quejas por los requisitos que se piden cuando se dan licencias para eventos singulares, como éste, son siempre abrumadoras. Desde los empresarios y la derecha siempre se ha insistido en la eliminación de trámites, la rapidez en la expedición de las licencias, los elevados costes que suponen las medidas de seguridad que se exigen, que habría que eliminar requisitos por ser trabas, obstáculos.... Incluso el PP ha hecho bandera de esto de las "licencias exprés". Pues esas tenemos. Sin requisitos de seguridad, con licencias exprés, estos resultados tenemos. No se pueden permitir este tipo de aglomeraciones humanas a la ligera. La normativa sobre salas de fiestas y similares tuvo un punto de inflexión con el incendio de la discoteca Alcalá 20, que registró 82 fallecimientos, reforzándose desde entonces (1983) las medidas de seguridad. No aprendemos, parece. Está de moda "facilitar los negocios". Pero ¿a toda costa? ¿esto tiene que ser a costa de la seguridad, de la vida de los jóvenes? ¿Tenemos que jugarnos la vida para que alguien haga negocia fácil? El ánimo de lucro no lo puede justificar todo.

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