lunes, 5 de marzo de 2012

El Palacio de Medina Sidonia, las siete doncellas y la independencia de Andalucía


La semana pasada publiqué unas fotos del ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda, que hoy día está ubicado en el Palacio de Orleans y Borbón. Esta ciudad, además de por la manzanilla y el langostino, tiene fama por sus edificios religiosos y civiles. Mientras vivió Luisa Isabel Álvarez de Toledo, duquesa de Medina Sidonia (la "duquesa roja"), fijó su residencia en el Palacio que está situado allí, cerca del Castillo de Santiago, mandado construir por sus ancestros. 


Este palacio fue conocido años atrás por las polémicas en que la duquesa estuvo envuelta en vida. También después, debido a lo pintoresco (para algunos, sobre todo sus hijos) de sus últimas voluntades, algo explotado por la prensa del corazón. Sin embargo, el legado es muy importante, pues constituyó la Fundación Casa Medina Sidonia, institución dedicada a la investigación y la conservación del Archivo de la Casa de Medina Sidonia, uno de los archivos privados más importantes de Europa, que da fe de una buena parte de la Historia de nuestro país.


He tenido la oportunidad de visitar el Palacio, no con el detenimiento que me hubiera gustado (tiempo habrá), pero sí para apreciar el valor de su arquitectura, sus dependencias, jardines, murallas y curiosidades. Además de lo mencionado, allí encontramos una hospedería y un restaurante, lo que permite la visita libre de parte del palacio. Un conjunto de edificaciones que reúne varios estilos, desde la remodelación del alcázar musulmán, pasando por el mudéjar, el gótico y el renacimiento. 


Una de esas curiosidades es la que hace referencia el título del post, y que trato a continuación. Pasando un primer patio ajardinado, desde la entrada,  penetramos en un corredor que comunica con un mirador por encima de los jardines cerrados al público, y desde el que se ve todo Sanlúcar, desde el barrio alto. Ese pasillo, ocupado por la hospedería, y cubierto con numerosas y vistosas vigas de madera, da a un galería porticada con arcos de medio punto sobre columnas, que sostiene habitaciones cerradas. Nada más entrar allí, un graffiti, enmarcado para sobresalir en el paramento enlucido, hace que nos paremos. Un letrero de metacrilato nos da un explicación. Se trata de los versos finales del romance que narra la "Leyenda de las siete doncellas de Simancas":  



POR LIBRARSE DE PAGANOS
LAS SIETE DONCELLAS MANCAS
SE CORTARON SENDAS MANOS
Y LAS TIENEN LOS CRISTIANOS
POR SUS ARMAS EN SIMANCAS.

Una leyenda astur-leonesa que cuenta cómo siete jóvenes, que debían ser entregadas, entre otras, hasta cien, como tributo al rey Abderramán III, se cortaron la mano derecha, para así ser desechadas por los musulmanes, al estar mutiladas. Según el relato, fue tal la indignación de los lugareños por el hecho y por una nueva reclamación del tributo, que se levantaron en armas y derrotaron a los andalusíes, negándose a cumplir en lo sucesivo con semejante obligación. A partir de ahí, el pueblo donde residían, llamado Bureva (en la actual Valladolid) pasó a llamarse, en recuerdo de las heroínas, Simancas, es decir, de las "siete mancas" (septimancas), o por la frase que, según dicen, pronunció el rey moro: "Si mancas me las dais, mancas no las quiero". 


Según la explicación que hay en el muro, no se sabe la causa de que este grafito, muy deteriorado y escrito en letra antigua, estuviese en los muros del palacio. Tal vez por la presencia de tropas castellanas allí, cuando tomaron posesión de señorío de Sanlúcar, que pasó a manos de la Corona, encarnada en Felipe IV, en 1645, tras la rebelión de "los Guzmanes" (Gaspar Alonso Pérez de Guzmán y Sandoval, IX duque de Medina Sidonia, y Francisco Manuel Silvestre de Guzmán y Zúñiga, VI marqués de Ayamonte). Estos nobles, parientes del Conde-Duque de Olivares, se rebelaron contra el rey, y su levantamiento coincidió, en un periodo convulso, con los de Cataluña, Paises Bajos y Portugal (que terminó independizándose). Se ha hablado incluso de un movimiento independentista andaluz, que fracasó, y que pretendia instaurar una monarquía o hasta una república andaluza

Tal vez fuese esta escritura una forma de enseñar y recordar el romance entre los habitantes del palacio. O, tal vez, algo similiar a una "pintada" política, parecida a las modernas, donde los soldados dejaron prueba escrita de su origen y gustos, frente a los sometidos. Como vemos, ya sea por rebeldía, ya por celebración, los modos de "expresar los ideales" (políticos o estéticos) no han cambiado mucho durante siglos.

1 comentario:

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Gracias a ti, María, por tus palabras de elogio. Algunas veces pasamos reiteradamente por lugares, que, en realidad, son desconocidos para nosotros y encierran detalles, historias, curiosidades muy interesantes. A mi me gusta comentar esos detalles, cuando los descubro, claro.

Besos.