domingo, 26 de diciembre de 2010

Pasos de peatones


Parece que al pintor se le escapó, dando brincos, la "cebra" cuando iba a pintar los pasos. 


¿Cómo se imaginarán que saltarán la valla los viandantes?


¿Alguien sabe a dónde les llevará este espacio preferente para quienes van a pie?. Señalizando de esta manera, ¿cómo vamos a tener respeto por los derechos de los peatones?

7 comentarios:

Alfonso Saborido dijo...

Cuando vayas a El Puerto de Santa María, fíjate en como están pintados los suelos...

Octavio Junco dijo...

Estas curiosas fotos, que manifiestan el escaso rigor que, en ocasiones, vemos en las señales de circulación de nuestras calles, me trae a la memoria algo que nos afecta a nosotros; a quienes tenemos la suerte de llamarnos palmeños.
Me explico.
En Palma da gusto andar por los nuevos trazados urbanos. Así, por la Avenida de Santa Ana se cruza de una lado a otro cómodamente y sin peligro alguno. Los pasos de peatones, peraltados y bien señalizados, permiten que los automovilistas reduzcamos la velocidad y que demos prioridad a los viandantes, que es lo justo, porque no se debe olvidar que la calle es de los ciudadanos y no de los vehículos motorizados.
Ahora bien, en el casco antiguo sucede todo lo contrario. En calles estrechas, como la calle Cigüela (Cijuela en su origen), no existe señal alguna que permita a los ciudadanos (ancianos y niños incluidos) cruzar con alguna seguridad de no resultar atropellados por los automóviles que circulan a velocidades exageradas.
No existen pasos de peatones y uno se pregunta por qué razón ocurre tal cosa, ya que las callejas estrechas son más peligrosas de cruzar que las amplias avenidas; como tampoco existe nada que obligue a los conductores a aminorar la velocidad. Así, resulta frecuente ver coches que circulan a velocidades peligrosas y personas que tienen que pasar de una acera a otra poniendo cuidado de no ser atropellados.
¿Por qué tanta desigualdad entre la calles modernas y las antiguas, se pregunta uno?
¡Ah...! Misterios de nuestra extraña personalidad de hispanos...

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Las fotos no son mías, María. Así que los piropos, merecidos, para sus autores. Ahora bien, son magníficas, si son reales, de la estupidez de algunas cosas que se hacen en materia de tráfico.

Saludos.

Alfonso, hace años que no piso el Puerto de Santa María. Cuando vaya por allí haré caso a tu recomendación.

Octavio Junco, tienes razón en lo que dices, pero me pregunto qué dirían muchos y muchas, con ganas de criticar, si viesen un paso de peatones en Cuerpo de Cristo, por ejemplo, donde no cabrían ni dos líneas blancas del paso. Por otra parte te comento que en muchos lugares piden pasos de peatones sobreelevados y son otros vecinos de esas mismas calles los que se quejan luego porque se los han puesto en su casa y tienen que soportar los ruidos de los frenazos, los acelerones posteriores a franquearlos, golpes en el pavimento de los parachoques de los vehículos, etc. Así que "nunca llueve a gusto de todos"

Octavio Junco dijo...

Pues, en todo caso, se pueden instalar semáforos en las esquinas.
La calle es, indiscutiblemente, de los ciudadanos. Conducir un vehículo de motor no es un derecho, sino un privilegio por el que se ha de pagar una tasa. Por lo tanto, si en un cruce de calles sin señalizar se produce el encuentro de un ciudadano con un vehículo motorizado, es éste el que debe ceder el paso al ciudadano.
Esto, sin embargo, no suele producirse, sino que el vehículo se prevale del peligro de atropellamiento y pasa tan ufano y arrogante. Los peatones deben mirar a uno y otro lado, a ver si no viene un coche, y si viene uno un poco alejado, pasar deprisa, no sea que le atropelle.
Los semáforos se instalan para garantía de los ciudadanos.
En la calle Cuerpo de Cristo, que mencionas, como en la entrada de Sánchez, los ciudadanos a pie tienen que pegar el culo a la pared para dejar paso a los vehículos.
En la calle Nueva, cruzar a ciertas horas es una heroicidad. Al final de la calle, en su encuentro con Santa Ana, quedan unos restos de rayas blancas que, en su día, fueron paso de peatones; pero tales rayas han ido desapareciendo y ya no se aprecian.
Todo esto es ilegal.
Si hay vecinos que se quejan de que pongan un sobreelevado frente al portal de su casa, no tienen derecho alguno a que su queja prevalezca sobre el derecho de los ciudadanos a caminar por las calles de su ciudad con la garantía de que los vehículos van a respetar su seguridad.
La entrada de tu blog termina diciendo lo siguiente: "Señalizando de esta manera, ¿cómo vamos a tener respeto por los derechos de los peatones?"
Por eso, precisamente, te he hecho llegar la consideración de que peor es no señalizar nada en absoluto, dejando que los conductores impongan la ley del más fuerte.
Feliz año nuevo, con un cordial saludo.

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Claro que te doy la razón, Octavio. Es peor no señalizar o no cuidar la señalización que existe, dando lugar a problemas interpretativos. Solo te ponía un ejemplo de lo problemático que es a veces ordenar el tráfico. Naturalmente el objetivo del post era reivindicar la peatón, ese gran olvidado muchas veces en la ordenación del tráfico.

Saludos y feliz año 2011.

Octavio Junco dijo...

Pues mira, ayer tarde tuve que acordarme de este tema que nos traemos, y con esto termino, que ya está bien de darte el coñazo (bueno, de distraer tu atención, dicho en lenguaje cortesano).
Volvía yo a mi casa, desde Santa Ana, y en el tramo estrecho de la calle Sánchez me encuentro con dos coches que entran. Me arrimo bien a la pared, montado en el bordillo (lo único que allí existe para el peatón) y dejo pasar a los coches. Los dos pasaron acelerando y rozando con el retrovisor el vuelo de mi abrigo. ¡Poco más y me dejan impotente!
Feliz año nuevo.

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Las calles Sánchez y Cuerpo de Cristo hasta podrían peatonalizarse. Sé de lo que hablas pues he pasado por allí, tanto andando como en coche. Pero ya sabemos lo que pasa con las calles que tienen siglos, como estas: no se hicieron para los coches.

¡Feliz año nuevo, Octavio!