miércoles, 8 de abril de 2009

Arte, de Yasmina Reza

¿Pagarían ustedes 50.000 € por un cuadro en blanco?. Esta pregunta de respuesta aparentemente fácil es la clave de todo lo que se desarrolla durante la hora y cuarenta y cinco minutos que dura “Arte”, la obra de teatro que vimos y disfrutamos el pasado sábado en el Teatro Alcázar, durante nuestro fin de semana en Madrid.

La versión que presenciamos de la famosa obra de Yasmina Reza es la dirigida por el argentino Eduardo Recabarren, e interpretada por Luis Merlo, Iñaki Miramón y Alex O’Dogherty. Todo comienza cuando Sergio (Iñaki Miramón) compra un cuadro de un famoso y cotizadísimo artista moderno, con la particularidad de que es blanco, aunque con “líneas diagonales, también blancas”. Se lo enseña a su amigo Marcos (Alex O’Dogherty) y éste se ríe por la compra, que defiende Sergio, al tratarse de una obra que otros hubieran pagado más cara. Marcos califica de “mierda” al cuadro y terminan peleándose. Aquí es donde aparece el tercer amigo en escena, Iván (Luis Merlo), que está ajetreado, preparando su boda, y Marcos, indignado, le cuenta lo que ha hecho su amigo común. Cuando Iván visita a Sergio, finge desconocer lo ocurrido y defiende (¿cobardemente? ¿o con sorna?) la magnífica inversión y su buen gusto. Cuando quedan los tres para ir al cine. se desata la tormenta.

Arte, en palabras de su director, “tiene la originalidad de hablar de la amistad entre tres hombres y el sentimiento trágico de sentir que esa amistad no es eterna. “ Todos los años que han vivido parecen que no han servido de nada, que no se conocen, que están dispuestos a traicionarse con tal de defender cada uno su papel en la vida (y su orgullo), cuando llega el momento de poner a prueba esa amistad, y eso ocurre al dar a conocer su concepto de lo valioso, de la propia amistad, encarnado en el cuadro.

Los actores, a mi juicio, dieron juego desigual. Iñaki Miramón no me pareció el actor más adecuado para su papel, fue el más flojo, aunque no estuviera mal. O’Dogherty si se movió mucho mejor, dando credibilidad a su personaje. Merlo, que desarrolló un gran trabajo, no obstante siguió las pautas ya conocidas de su trayectoria interpretativa, conocidas en las series de televisión que lo han hecho famoso. El monólogo donde relata las sucesivas conversaciones telefónicas con su novia o su madre es magistral, y con su afectación natural propia, denotaba el estrés absurdo que provocan situaciones importantes en la vida (pero perfectamente prescindibles), como es el protocolo ceremonial de la celebración del matrimonio. Esta obra es una obra clásica, de texto y trabajo de actor, y el resultado es más que aceptable, muy bueno. No hay duda que el texto original es de gran calidad y eso se nota: un drama humano, aderezado con diálogos cómicos que hacían aflorar las carcajadas rápidamente, aunque el fondo fuese la tristeza de una amistad rota.

No conozco las anteriores versiones en castellano de la obra, pero me hubiera gustado haber visto la primera que se representó en España hace once años, la de Josep María Flotats (Iván) , Josep María Pou (Marcos) y Carlos Hipólito (Sergio). Me la imagino por lo que he leído de ella, y por lo que conozco de la trayectoria de estos tres grandes de la escena española. Flotats, además, la dirigió, dando importancia a la palabra, más que al decorado (todo era blanco, hasta los trajes de los actores, a diferencia de esta versión, más convencional, naturalista). Haberla presenciado me habría permitido compararlas, aunque me imagine los resultados, tras ver hace algún tiempo la obra que representó junto a Carmelo Gómez, en el Gran Teatro de Córdoba, “La cena”, donde demostró sus dotes interpretativas.Aquella versión de Arte obtuvo el reconocimiento general de público y crítica, consiguiendo cinco premios Max.

Disfrutamos, decía al principio, y recalco al terminar. Fue una de las recomendaciones de un buen amigo de la blogosfera (al que no pude visitar, por el poco tiempo del viaje, lástima), y no me arrepentí de seguirla. Merece la pena verla.

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