jueves, 18 de septiembre de 2008

La muerte del obispo Cirarda

Hoy me he enterado que se ha muerto José María Cirarda Lachiondo. Todos conocéis mi poca simpatía por la Iglesia católica, pero hoy voy a hacer una excepción, de este hombre no voy a hablar mal.

Lo vi por primera vez siendo yo niño, cuando, ocupando el cargo de obispo de Córdoba, visitó Palma del Río y nos llevó mi hermana mayor, Sole, a mi hermano Roberto y a mí a la iglesia de San Francisco, donde realizó su visita. Ya era famoso, por ser una persona cercana a la gente, y lo pude observar en vivo.

Posteriormente le perdí la pista. Pero, siendo alcalde Salvador Blanco (actual vicepresidente ejecutivo de CajaSur) vino a Palma del Río a dar una conferencia sobre la transición democrática, creo que para presentar un libro, donde narró lo vivido en Córdoba en ese periodo y sus relaciones con el poder político. Muy interesante. Después de aquella conferencia nos fuimos a un bar, en compañía de otros miembros de la corporación, y de sacerdotes con los que guardaba amistad, de su paso por la provincia, donde derrochó simpatía, y a punto estuvo de desvelar algunos secretos de entonces, como anécdotas curiosas del pasado tan duro pero tan rico que le tocó vivir con Franco y posteriormente. Era todo un personaje de gran talla intelectual, que no ha perdido su relación con Palma, escribiendo para revistas locales siempre que pudo.

Fue obispo de Córdoba desde 1971 a 1978, cogiéndole aquí la muerte de Franco y otros hechos significativos y conflictivos de la época, como el resurgir del movimiento obrero, en un período de crisis económica que acentuaba las desigualdades sociales en un medio predominantemente agrícola como era el nuestro. Recuerdo los encierros de jornaleros en las iglesias pidiendo trabajo y libertades políticas, siempre consentidos y amparados por él y muchos de los sacerdotes de su diócesis. Fue miembro del grupo del entorno de Tarancón, los aperturistas y más partidarios de las tesis del Concilio Vaticano II, con talante democrático y abierto, seguidor de la doctrina de separación entre Iglesia y Estado. Muy diferente de la actual jerarquía eclesiástica, tan añorante del nacional-catolicismo. Curiosamente su sucesor al jubilarse en Pamplona-Tudela fue Fernando Sebastián, todo un ejemplo de los valores y los posicionamientos sociales y políticos opuestos, actual comentarista, con blog, en uno de los diarios digitales más reaccionarios, a pesar de autodenominarse liberal.

Aunque no coincidíamos en nuestras creencias (o precisamente por eso), me apetece reconocer públicamente la personalidad y la trayectoria de este señor.

2 comentarios:

La sonrisa de Hiperion dijo...

Hay curas que dan pena se mueran... hay que ver lo que son las cosas. (sin querer desearle la muerte a nadie, ehhhh, que los religiosos se lo toman todo por lo tremendo y por la noa mala)
Saludos

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Cierto, a mi me ha dado pena conocer esta muerte. Y eso que, repito, no comulgo (nunca mejor dicho) con lo que defendía. Y he leído bastante de él. Pero su trayectoria fue la de un demócrata, sus hechos, no las palabras. Y me parecía que se merecía un reconocimiento, ahora que los "suyos" llevan tanto tiempo en plan ultraderechista. Siendo tan mayor, era mucho más avanzado que mucho jovencito kiko, opusdeista o legionario de cristo, como mandan en la iglesia. Con él se podía tratar, sus "cachorros" de ahora (y conozco uno cerquita de mi casa, párroco arcipreste...) son intratables, por autoritarios y totalitarios. Bueno, descanse en paz.
Saludos.